JP MARTURANO
SOBRE MI OBRA RECIENTE - ARTIST STATEMENT
ENTRE EL CIELO Y LA TIERRA
Estas obras forman parte de las investigaciones que he realizado en Japón, las cuales se complementan y sustentan con la tesis doctoral “La Montaña en las Artes; La representación de las montañas y la escultura en piedra como ofrenda”, presentada en la Tama Art University de Tokio en marzo del 2013. Son el resultado de una acción interdisciplinaria, que integra el trabajo en el taller con vivencias reales en contacto directo con la naturaleza. Para ello, utilizo la piedra –material y técnica tradicional de la escultura– que complemento con el uso de la fotografía digital actual.
Escalo montañas. A a su vez, las retrato en escultura. Y si bien cada montaña es distinta, todas me remiten a la idea de una misma montaña imaginaria. Esta concepción de “La Montaña” se relaciona con una rica variedad de mitos y leyendas, tales como los de la montaña mágica o sagrada, en donde se simboliza aquello que actúa como puente entre el cielo y la tierra. Es una metáfora que nos indica que el camino que une lo visible y lo invisible pasa inevitablemente por nuestro mundo tangible. De esta manera, mi obra ha ido derivando en una suerte de “rito” artístico-deportivo, en donde antes de cada ascensión, también esculpo una escultura en el taller para llevar hasta la cima a modo de ofrenda (ver Proyecto Ofrenda y Testimonio). Entonces, la teoría se funde con las emociones, sentimientos e interpretaciones que surgen durante la expedición. Luego, este encuentro con la inmensidad de las montañas confluye nuevamente hacia el taller en el diálogo íntimo con el material escultórico, y así, las largas ascensiones por senderos y cumbres se reflejan, a su vez, en el lento proceso de esculpir la piedra para develar las formas ocultas en su interior.
Escalar una montaña es tratar de alcanzar el punto más alto cerca del cielo, pero sin dejar de estar con los pies en la Tierra. Cuando se está en una cima, en realidad, todo lo que hay alrededor no es otra cosa que cielo. No siento la presencia física de la monumental montaña, por el contrario, es como percibir la presencia de una inmensidad intangible. No puedo decir que en ese momento experimento la divinidad de la montaña, pero sí, que me siento extremadamente conmovido por la sensación de un vacío infinito del cielo. En particular, acerca de los “fragmentos de cielo”, creo que es un modo de delimitar una parte del inabarcable paisaje montañoso y, de alguna menera, una forma de conservar algo que, precisamente, no se puede apresar. Es similar a fotografiar un paisaje e inmortalizar un momento determinado. Pero en el caso de la escultura en piedra, al ir tallando, uno va recreando un espacio en otro espacio tridimensional. Y de esta manera, me gusta pensar que en realidad, no estoy representando la montaña misma, sino, el cielo que la rodea…
PROYECTO OFRENDA Y TESTIMONIO
En este proyecto llevo conmigo hasta la cima una escultura previamente tallada y la ofrezco a la montaña. Este acto simbólico expresa mi sentimiento, como escalador, de agradecimiento hacia la montaña por permitirme acceder a su cumbre. En un sentido más amplio, ofrecerle esta escultura, no sólo significa ofrecer la obra propiamente dicha, sino también, el tiempo dedicado a su creación de la obra y el oficio que he aprendido durante mi formación artística. Así, considerando mi trabajo artístico como una extensión de mi mismo, creo que al dejar la escultura allí, esta pasa a ser parte de la montaña y, por lo tanto, yo también me uno con la montaña.
El proceso continúa, y allí en la cumbre, donde dejo la ofrenda, recojo una pequeña piedrita como un testimonio simbólico que evidencie mi viaje. Posteriormente, ya de vuelta en el taller, esta piedrita hará las veces de modelo para la realización de una nueva obra. O sea, una simple piedra encontrada pasa a formar parte de mi obra y, la escultura tallada que ofrezco a la montaña vuelve a ser piedra otra vez. Y así, combinando Arte y Montañismo en este proyecto intento expresar mi admiración y veneración a las montañas.
Cuando se escala montañas altas, uno se aleja de las comodidades de todos los días por un período de tiempo y se tiene la impresión que uno se adentra en un mundo completamente diferente. En un determinado momento, ya no se oyen ni ruidos de ríos, de árboles ni pájaros. Al caminar, los únicos sonidos que se escuchan son del viento, de los propios pasos y de la propia respiración. Incluso, hasta los propios latidos se hacen notar. Pero hay veces, que de repente el viento se detiene y la montaña queda completamente inmóvil. Todo alrededor: la nieve, el hielo, las rocas, las nubes y a todo aquello que forma el paisaje, se lo observa en perfecta armonía. Todo está en equilibrio. Desde el azul profundo del cielo hasta los manchones de nieve. Toda piedra, desde los enormes riscos hasta las pequeñas piedritas están precisamente en la lugar ideal en donde deberían estar: es la armonía de la Naturaleza.
¿Y qué hago yo en medio de tal escenario? Siento que todo lo que me rodea, tanto lo visible como lo invisible, está interconectado. Pareciera que todo se había estado preparando y se estuviera esperando el arribo de este momento. En ese instante cobra sentido todo el entrenamiento y el esfuerzo de la escalada. Entonces, siento que ya no soy un mero espectador. Yo también soy parte de este increíble momento. Tomo consciencia de mi propia pequeñez y me siento parte de algo mucho más grande que yo. De alguna manera, parte de la Creación y de la Naturaleza misma, precisamente, como una pequeña piedrita en la cima de una enorme montaña.
En este proyecto llevo conmigo hasta la cima una escultura previamente tallada y la ofrezco a la montaña. Este acto simbólico expresa mi sentimiento, como escalador, de agradecimiento hacia la montaña por permitirme acceder a su cumbre. En un sentido más amplio, ofrecerle esta escultura, no sólo significa ofrecer la obra propiamente dicha, sino también, el tiempo dedicado a su creación de la obra y el oficio que he aprendido durante mi formación artística. Así, considerando mi trabajo artístico como una extensión de mi mismo, creo que al dejar la escultura allí, esta pasa a ser parte de la montaña y, por lo tanto, yo también me uno con la montaña.
El proceso continúa, y allí en la cumbre, donde dejo la ofrenda, recojo una pequeña piedrita como un testimonio simbólico que evidencie mi viaje. Posteriormente, ya de vuelta en el taller, esta piedrita hará las veces de modelo para la realización de una nueva obra. O sea, una simple piedra encontrada pasa a formar parte de mi obra y, la escultura tallada que ofrezco a la montaña vuelve a ser piedra otra vez. Y así, combinando Arte y Montañismo en este proyecto intento expresar mi admiración y veneración a las montañas.
Cuando se escala montañas altas, uno se aleja de las comodidades de todos los días por un período de tiempo y se tiene la impresión que uno se adentra en un mundo completamente diferente. En un determinado momento, ya no se oyen ni ruidos de ríos, de árboles ni pájaros. Al caminar, los únicos sonidos que se escuchan son del viento, de los propios pasos y de la propia respiración. Incluso, hasta los propios latidos se hacen notar. Pero hay veces, que de repente el viento se detiene y la montaña queda completamente inmóvil. Todo alrededor: la nieve, el hielo, las rocas, las nubes y a todo aquello que forma el paisaje, se lo observa en perfecta armonía. Todo está en equilibrio. Desde el azul profundo del cielo hasta los manchones de nieve. Toda piedra, desde los enormes riscos hasta las pequeñas piedritas están precisamente en la lugar ideal en donde deberían estar: es la armonía de la Naturaleza.
¿Y qué hago yo en medio de tal escenario? Siento que todo lo que me rodea, tanto lo visible como lo invisible, está interconectado. Pareciera que todo se había estado preparando y se estuviera esperando el arribo de este momento. En ese instante cobra sentido todo el entrenamiento y el esfuerzo de la escalada. Entonces, siento que ya no soy un mero espectador. Yo también soy parte de este increíble momento. Tomo consciencia de mi propia pequeñez y me siento parte de algo mucho más grande que yo. De alguna manera, parte de la Creación y de la Naturaleza misma, precisamente, como una pequeña piedrita en la cima de una enorme montaña.
Juan Pablo Marturano
ESCULTURA 彫刻 SCULPTURE